El lugar es el techo de un edificio, que entre semana se utiliza para practicar golf. Celeste, Ana y yo caminamos hacia allá, tras bajarnos del microbús. No tengo ni idea por donde estoy, pero se que nos acercamos, cuando veo los haces de luz, saliendo desde la base del edificio, y hacia el firmamento; supongo que nada dice “evento aquí”, como un par de reflectores apuntando al cielo.
Arriba, en el séptimo piso, todo parece dispuesto para el evento. Identificamos la barra, en un extremo del lugar, y el escenario arriba de esta. A un lado, esta la zona vip (o al menos eso parece), donde parece estar la prensa (no me consta que los grupos también estuvieran ahí, ya que nunca alcance a ver a nadie).
La vista es excelente. Todo alrededor, hacia donde se voltee, el distrito se extiende como una mancha, amarilla y naranja (me fascinan los paisajes urbanos).
La tocada la abrió una banda llamada Gallo, que en mi opinión pasó sin pena ni gloria (quizá un poco mas de la primera), aunque a Celeste le gustaron.
De ahí, siguió la sorpresa de la noche, cuando vi al señor Gustavo Mauricio, alias Catsup, subiendo al escenario con
Quiero Club (el señor toca la guitarra y corea, ahí). Estuvo chévere; pedían tequila, se quejaban del frío, alababan la vista, y tocaban fregón. Animaron el ambiente chido, dejando al público listo para
Niña.
En verdad que el Catsup me tiene asombrado: toca en She’s a tease, en Quiero Club, y además, tiene un proyecto de solista. Y no me consta, pero tengo la teoría de que también sigue dirigiendo videos (habré de clickear exhaustivamente, uno de estos días, para corroborar esto).
Ana dice que a lo mejor es porque no lo quieren en su casa. Yo sigo diciendo que es todo un renacentista.
***
Niña. a estos señores me tocó verlos la vez pasada que vi a Vaquero, en el Cultural Roots (en realidad, el evento era de ellos, pero yo y muchos más, fuimos por Vaquero; y no es que los haga menos, es solo que no había tenido la oportunidad de escucharlos antes). Candy, Arena azul, y Godzilla fueron de lo más chido, aunque todo su show fue buenísimo, a decir verdad. ¡Ah!, y ahora ya no se les rompió ninguna cuerda. XD
El siguiente grupo, fue Volován, que se dedicó a cantar las canciones de su nuevo disco. Sólo vi que la gente se prendía cuando tocaron Ella es azul, y Violines (en lo personal, Volován me provoca lo mismo que el aleteo de una mariposa, en Hong Kong, pero bue… yo se que tienen sus fans).
Finalmente, cuando acabaron, fue el turno de Vaquero. Nos levantamos y nos acomodamos en la primera fila. La emoción me mataba, y no tarde en quedarme sin voz, una vez que empezaron a tocar.
Building an army nuevamente fue la canción de apertura, siguiendo con From nowhere. Después animaron a la gente, con No sense, y extrañamente, la volvieron a calmar inmediatamente, adelantando The lost and the chosen (la vez pasada la tocaron casi al final).
Las variaciones leves que metieron en los coros de Yesterday’s song y Space is fake, fueron buenas, pero lo mejor de la noche, fue cuando Chetes se acerco al borde del escenario, y dijo “Y ahora, vamos con una mas viejita”, para después empezar a tocar los primeros acordes de No importa (los fans de Zurdok sabrán que hablo del onceavo track del primer disco, Antena –¡Ala mae! ¿Así o más fan from hell? –).
Igual y todo fue idea mía, aunque quizá no, pero la vibra que había al momento en que tocaron esta rola, y Abre los ojos (Hombre Sintetizador, track número dos), inmediatamente después, era como de una hermandad/complicidad poca madre. Chetes dejaba de cantar los coros, y se escuchaba claramente como todos completabamos la rola.
Creo que es este tipo de cosas, las que me hacen darme cuenta que tan importante llego a ser Zurdok, realmente, en sus tiempos. Uno no puede apreciar bien el impacto del grupo, solo comprando sus disquitos, desde la siempre (musicalmente) ignorada, Villahermosa, Tabasco.
Posteriormente, tocaron Dying to live, y al concluirla, hicieron la tipica pantomima en la que se despiden, y dejan el escenario, solo para regresar después de hacerse desear un rato.
En esta ocasión en particular, Chetes regresó solo, y empezó a tocar ¿Cuántos pasos?, una de mis rolas favoritas de Zurdok. A falta de instrumentos, hacía los efectos de sonido con la boca. “Parapa papa parara pa pa… Piuuuuuuu!!”. Una vez más, todos cantabamos la rola a coro. De haber sido de los que lloran, lo habría hecho en ese instante.
Mientras la cantaba, ya no veía el escenario del lugar, sino mi preparatoria. Es lindo cuando una canción que no has escuchado en tanto tiempo, te despierta tantos recuerdos.
Creo que solo nos faltaban los encendedores, para completar el cliché.
Al final, el resto del grupo regresó al escenario, y tocaron Head down, la cuál llevaba pidiendo desde noviembre del año pasado. Cantada por el buen Mauricio Terracina, la rola traía una variación bien chida, que la hacía sonar más como algo de la invasión británica, que como la versión del álbum.
Chetes y Mauricio. We're simply not worthy.
I couldn’t have been happier.